Traducción e interpretación en los campos de refugiados

El Día Mundial del Refugiado es, a día de hoy, probablemente más necesario que nunca porque estamos viviendo la peor crisis de desplazamiento humano forzoso a nivel global desde la Segunda Guerra Mundial.

Los campos de refugiados de mayor tamaño están en Bangladesh, donde se refugia la minoría musulmana Rohingya de Myanmar; en Uganda, con una de las apuestas más progresistas y generosas para los refugiados del conflicto de Sudán del Sur; en Kenya, con refugiados somalíes desde los años 1990 y sudaneses desde los 1980; en Gaza, donde las condiciones de vida son terribles; en Jordania; en Sudán del Sur; en Tanzania; en Etiopía; en Pakistán…

¿Cuál es la situación lingüística de los refugiados?

Como explica la organización Traductores Sin Fronteras:

  • más del 70% de la población refugiada se define como totalmente analfabeta en cualquier idioma
  • más del 60% afirmaron ser incapaces de comunicarse con los proveedores de asistencia humanitaria.

Sin embargo, no suele entrar en las rutinas de las ONGs consultar a los refugiados sobre su lengua materna o sobre los idiomas que entienden y hablan; lo que hacen es preguntar su país de origen y asumir que pueden comunicarse en la lengua mayoritaria de ese país, aunque en muchas ocasiones hay cientos de idiomas o dialectos.

En este contexto de analfabetismo, los refugiados tienen que esforzarse por vivir en campos donde la señalización de instalaciones sanitarias, los espacios reservados para mujeres o la información sobre sus derechos están en un idioma que no entienden. El idioma, en lugar de ser una herramienta de comunicación, se convierte en uno de los principales obstáculos a los que tienen que enfrentarse los refugiados, impidiendo que puedan expresarse e interactuar con otros refugiados, con las comunidades nativas de los lugares a los que acuden y con las organizaciones humanitarias. Pero el problema va mucho más allá: no solo se trata de palabras, sino de un tremendo choque cultural a todos los niveles.

¿Cuál es la situación de los traductores y de los intérpretes?

Con esta situación, la traducción y la interpretación son fundamentales para poder superar los obstáculos lingüísticos y asegurar una comunicación lo más efectiva posible, porque los refugiados necesitan poder tener acceso a la información y a las noticias en un lenguaje que puedan entender. A la vez, los voluntarios y el personal que trabaja en los campos de refugiados necesitan comprender a estas personas en una situación tan crítica. Ya no solo eso, sino que además hay una serie de documentos que necesitan traducción, desde solicitudes de asilo y procedimientos para esas solicitudes, noticias de actualidad de los países de los refugiados, documentos médicos, etc. hasta los manuales de uso de instalaciones de agua e higiene.

En cuanto a interpretación, las necesidades son todavía mayores. En estos campos de refugiados, los intérpretes se encuentran en condiciones precarias, con multitud de problemas de todo tipo: falta de alimentos, de instalaciones sanitarias, de agua potable, muy poca seguridad y la frustración de los propios refugiados, que en muchas ocasiones buscan en los intérpretes un tipo de ayuda que no pueden proporcionarles. Pero, por encima de todo esto, está el riesgo de estrés traumático secundario, al desarrollar un vínculo emocional con los refugiados y no poder acceder de primera mano a profesionales que puedan ayudarles a manejar este síndrome. De hecho, en ocasiones los intérpretes ponen en riesgo su propia vida y la de sus familias al trabajar en zonas de guerra.

Varios estudios indican que la falta de servicios de interpretación es una de las mayores barreras para poder aportar ayuda humanitaria en la crisis de refugiados de Grecia, por ejemplo. En general, las ONGs tienen muchos problemas para encontrar intérpretes suficientes y cualificados, e incluso cuando los encontraban, era difícil realizar una prueba de evaluación de los servicios. De hecho, se han reportado casos en los que la falta de intérpretes que ayuden a los refugiados en sus países de asilo ha obligado a que sean los niños, que absorben el nuevo idioma rápidamente, quienes hacen las labores de intérpretes en sus comunidades, ayudando a denunciar crímenes o a realizar operaciones bancarias e institucionales.

Recientemente, por suerte, las ONGs están aprovechando las capacidades de comunicación a distancia que permiten las tecnologías de traducción e interpretación remota. Se están creando portales que conectan a los intérpretes voluntarios con ONGs en campos de refugiados y ofrecen formación a los intérpretes para intentar salvar estas dificultades. Es solamente un paso más para intentar dar a las personas que más ayuda necesitan el derecho de expresarse y entenderse

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